La vicepresidenta del Banco Central sorprendió al adelantar que podríamos tener un nuevo recorte de la tasa de política monetaria en septiembre, y otro a comienzos del próximo año. Hoy la tasa está en 4,75%, sobre la banda superior del rango meta de inflación anual (4,0%), y este anuncio llega apenas días antes de conocerse un dato preocupante: la inflación de julio fue alta, 0,9%, más de lo que muchos esperaban.
¿Qué significa «bajar la tasa»? En simple: la tasa de política monetaria que define el Banco Central es como el «precio del dinero» para los bancos. Si baja, los créditos de corto y mediano plazo tienden a ser más baratos, lo que incentiva a personas y empresas a tomar deuda para financiar inversión y gasto. Eso, en un escenario de economía lenta, ayuda a mover la rueda
El problema es que nuestra economía viene de un período de alta inflación, y estimular el gasto puede echarle más leña al fuego: más demanda con igual oferta empuja los precios al alza. Además, una tasa más baja hace menos atractiva la inversión extranjera en pesos, presionando el tipo de cambio y encareciendo las importaciones.
Si la misión del BC es mantener la inflación en torno al 3% anual, ¿cuándo es adecuado bajar las tasas?. Generalmente, cuando la inflación está controlada y la economía necesita un empujón por crecimiento débil o desempleo alto. En ese escenario, el riesgo de disparar precios es bajo y el beneficio de dinamizar el consumo y la inversión es mayor.
Recortar la tasa con inflación alta es más delicado. Según Enrique París, Decano de la Facultad de Negocios de la Universidad Santo Tomás, esto «tiene el riesgo de un rebote inflacionario. Acelerar la baja puede provocar que la inflación sea persistente y demore en situarse dentro del rango meta del BC, comprometiendo el crecimiento de mediano plazo». Además, la credibilidad del Banco Central es clave: si el mercado percibe que «afloja» demasiado pronto, las expectativas de inflación pueden descontrolarse.
La decisión no es blanco o negro. Si la inflación alta de julio es solo un tropezón, un recorte en septiembre puede ser razonable. Si los datos muestran que la inflación se está poniendo terca, conviene ser prudentes.
¿Qué vigilar? Los datos de inflación de agosto y septiembre, y cómo reaccionan los mercados si efectivamente bajan la tasa. Considerar la economía de Estados Unidos que enfrenta una inflación persistente y tasas altas, lo que no favorece adelantar un recorte de tasas. También, las señales que dé el propio Banco Central sobre sus próximos pasos: en este juego, la comunicación es tan importante como la decisión misma.
En opinión del Decano París, «con los datos actuales de inflación persistente y la economía creciendo sobre 2,5%, el BC pausará un recorte y esperará al último trimestre del año, en la medida que la inflación vuelva a situarse en el rango meta».
En economía, como al manejar, no siempre la mejor salida es acelerar… a veces es mejor mantener la velocidad hasta que la curva se enderece.
Víctor Nocetti Núñez Director Carrera de Ingeniería Comercial Universidad Santo Tomás Talca