La historia de la concejala María Ignacia González parece haberse detenido en un punto incierto. Su familia busca respuestas, mientras la Fiscalía Regional del Maule mantiene abierta la investigación. Los días pasan, las preguntas crecen y la comunidad de Villa Alegre sigue marcada por su ausencia.

Un rastro incompleto

“Lo único que sabemos es que alguien más llega hasta el lugar donde estuvo mi mamá, pero no hay cámaras que muestren si subió al vehículo o si lo hizo por voluntad propia”, relata Javiera Gallegos, una de sus hijas.

La voz de Javiera transmite cansancio y desconfianza. “Eso es lo único que se ve. No sabemos si fue consciente o no. Por eso siempre hemos creído que aquí hubo intervención de terceros, que se trata de un secuestro”, insiste.

Entre la angustia y la burocracia

La familia ha debido insistir para acceder a grabaciones y antecedentes. “Hay declaraciones confusas, incluso omisiones. Para nosotras eso es obstrucción, aunque la Fiscalía no lo vea así. Cuando alguien no tiene nada que esconder, dice la verdad”, afirma Javiera.

Una búsqueda sostenida por la solidaridad

Mientras tanto, grupos de rescate provenientes de Rancagua y voluntarios locales han apoyado la búsqueda, muchas veces con recursos propios. “Estamos agradecidas de quienes han colaborado, pero creemos que debe haber una mejor coordinación con Fiscalía y PDI, porque son ellos los responsables de la investigación”, dice Javiera.

Más que un caso, una alerta

La desaparición de González ha despertado una preocupación más amplia: ¿cómo es posible que alguien pueda desaparecer en democracia y que las investigaciones no logren respuestas rápidas?

“Esto no puede normalizarse. Nosotras hemos tenido cobertura, pero sabemos de familias que llevan más de un año buscando a sus seres queridos sin apoyo ni visibilidad. Eso es doloroso y nos recuerda que como país no podemos repetir la historia de las desapariciones”, reflexiona la hija de la concejala.

La herida abierta de una comunidad

En Villa Alegre, el silencio pesa. No se trata solo de una familia que busca, sino de una comunidad entera que se pregunta cómo pudo desaparecer una autoridad local sin que, hasta ahora, existan certezas.

“Seguiremos insistiendo hasta que encontremos a nuestra madre. No vamos a aceptar que quede en el olvido”, concluye Javiera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *