A pesar de las iniciativas públicas en materia de gestión de residuos, los
avances han sido limitados y las soluciones disponibles aún no logran
adaptarse a la realidad cotidiana de muchos hogares. Así lo demuestra un
reciente estudio publicado en la revista Ecological Economics, realizado por
investigadores UCM, UTalca, UdeC y UBB.
Cada 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente invita a reflexionar sobre
los desafíos más urgentes que enfrenta el país en esta materia. Uno de ellos es la
gestión de residuos, donde las cifras son preocupantes: según datos del Ministerio
del Medio Ambiente, en 2022 solo el 19% de los residuos generados en Chile fue
reciclado, mientras que cerca del 80% terminó en vertederos o rellenos sanitarios.
La situación es aún más crítica a nivel doméstico: de acuerdo con el Registro de
Emisiones y
Transferencias de Contaminantes (RETC), cada persona recicló en promedio
apenas 1,5 kilos al año, lo que representa menos del 0,5% de la basura generada
por habitante.
Sin embargo, “muchos hogares reciclan a pesar del sistema, no gracias a él”. Así lo
concluye una reciente investigación publicada en la revista Ecological Economics,
en la que participó como coautora la Dra. Francisca Trujillo Barría, académica de la
Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad Católica del Maule (UCM) e
investigadora en economía ambiental, junto a Carlos Chávez (UTalca), Marcela
Jaime (UdeC) y César Salazar (UBB).
El estudio, titulado “Households’ preferences for door-to-door recycling service: A
choice experiment in southern Chile” (vol. 235, 2025), analiza cómo distintas
características del sistema de reciclaje influyen en la disposición de los hogares a
participar en estas prácticas.
Reciclaje y calidad de vida
El estudio encuestó a más de 600 hogares urbanos en la ciudad de Osorno, “en su
mayoría de ingresos medios y con características representativas del hogar chileno
promedio. La presencia previa de puntos limpios en sus barrios permitió explorar de
forma concreta sus experiencias y preferencias en torno al reciclaje”, explicó la Dra.
Trujillo.
En ese sentido, destacó que “la ciudadanía valora poder reciclar una mayor
variedad de materiales, incluyendo residuos orgánicos, y evitar que los puntos de
recolección se conviertan en microbasurales”.
De este modo, las características del sistema de reciclaje influyen directamente en
la participación de los hogares.
“En un contexto donde el reciclaje es voluntario y depende de la motivación
ciudadana, un sistema mal diseñado puede tener el efecto contrario al deseado,
desmotivando incluso a quienes tienen intenciones proambientales. Este fenómeno
—conocido como crowding-out— puede llevar a las personas a desincentivar la
acción e incluso a cuestionar el valor mismo de reciclar”, afirmó.
En esa línea, agregó: “A veces se asume que basta con poner contenedores para
activar el reciclaje, pero cuando el sistema no funciona bien —porque es poco claro,
incómodo, los contenedores no se vacían o se usan mal, y se generan
microbasurales—, el entorno se deteriora, afectando no solo la calidad de vida del
barrio, sino también la confianza en el sistema de reciclaje”.
No todos reciclan por la misma razón
Otro aporte del estudio es la identificación de motivaciones diversas detrás del
reciclaje. Algunas personas lo hacen por convicción ambiental, otras por hábito, por
mantener limpio el entorno o por facilidad de acceso. “Comprender esta diversidad
es fundamental para diseñar políticas públicas realistas, que respondan a las
condiciones concretas de cada territorio”, señaló la académica.
El desafío de reducir
Más allá del reciclaje, la reducción en el origen sigue siendo una deuda. La
investigación evidenció que el 55% de los encuestados no considera cuánta basura
genera al momento de comprar, y más de un tercio no se preocupa por adquirir
productos reciclables. Además, un 41% declaró no comprar a granel habitualmente.
“Esto indica que, además de educación, se necesitan condiciones estructurales que
faciliten decisiones de consumo más sustentables”, indicó la Dra. Trujillo.
Lo anterior pone de manifiesto que el acceso al reciclaje no es igual para todos.
“Hay comunas que no cuentan con infraestructura básica, y muchas veces se
espera que los municipios lideren soluciones sin los recursos necesarios. Mientras
tanto, son los hogares los que ponen el esfuerzo diario”, destacó la académica.
En esa línea, también enfatizó la importancia de integrar a los recicladores
informales, “cuyo trabajo, muchas veces invisibilizado, sostiene o incluso reemplaza
al sistema formal de recolección. Su incorporación efectiva es fundamental para
avanzar hacia una economía circular más justa e inclusiva”, sostuvo.
Escuchar a los hogares, no imponerles soluciones
Por último, la investigadora destacó que este Día del Medio Ambiente, “es una
oportunidad para valorar el compromiso silencioso de miles de familias, que reciclan
aun cuando el sistema no siempre las acompaña. Reciclar es un acto cotidiano,
pero también una señal de cuidado y responsabilidad. Nuestro rol desde la
academia y las políticas públicas es apoyar ese esfuerzo, no hacerlo más difícil”,
concluyó la Dra. Trujillo.